¿Quien fue Hernando de Soto en la conquista de América?
Una escena de la salvaje conquista de Sudamérica a principios del siglo XVI se representa en un antiguo grabado del siglo XIX: El monarca inca Atahualpa se enfrenta a Francisco Pizarro y Hernando de Soto.
La batalla de Atahualpa con Francisco Pizarro y Hernando de Soto provocó la muerte del gobernante inca.
En su búsqueda de riquezas, los conquistadores causaron estragos en Sudamérica. Franzobel, autor austriaco, ha convertido a uno de ellos en protagonista de su actual obra. En el proceso, combina la brutalidad y el humor.
¿Quién fue Hernando de Soto?
Cortés, Pizarro y Aguirre son invasores españoles mundialmente conocidos y asesinos en masa que conquistaron y masacraron sin piedad a los habitantes indígenas de Sudamérica. En su nuevo libro «La conquista de América», el novelista austriaco Franzobel («La balsa de la Medusa») relata la historia de un español menos conocido: Hernando de Soto, que viajó a Perú con Pizarro y fue el primero en encontrarse con el rey inca Atahualpa.
De Soto partió en una expedición para encontrar su propio El Dorado en lo que hoy es Estados Unidos en 1538. Pero no encontró oro en Florida ni a lo largo del río Misisipi, y sus soldados fueron masacrados por los nativos. En 1542, De Soto murió de fiebre.
¿Por qué, de entre todas las cosas, elegiría Franzobel este viaje como tema de su libro, que es ampliamente considerado como la campaña de conquista más fallida de la historia? «Toda la Conquista» «culmina» en la figura de de Soto, según el autor. Según Franzobel, estudió numerosos detalles e historias fascinantes en Cuba, Colombia y España, incluida la historia de una dama que se unió a la expedición vestida de hombre, y la de un español que vivió con una tribu indígena durante diez años.
El divertido relato, ambientado en la América contemporánea, aligera las descripciones, a veces truculentas: Trutz Finkelstein, un abogado, representa una demanda colectiva contra Estados Unidos, que busca la devolución de todo el territorio estadounidense a los pueblos indígenas. ¿Era esencial el contraste de contenidos para hacer soportables las atrocidades de la historia de Soto?
«Por un lado, intenté mantenerme lo más cerca posible de la historia al contarla», añade Franzobel. «Pero para mí todo era cuestión de humor en ese momento. Los dos necesitamos la comedia para que, después de veinte páginas, no digamos: ‘Esta narración es muy mala, puede que la entiendas, pero no deberías hacértela'».
Aunque la risa se les atasque en la garganta, afirma que el entretenimiento puede ayudar a los lectores a procesar lo que está sucediendo.
El contenido histórico está siendo desfamiliarizado.
Los hombres de Soto, por ejemplo, hablan como si vivieran en el siglo XXI, inventando de paso el fútbol americano y la hamburguesa.
Según el autor, la obra tiene un objetivo moral e instructivo. Según él, el terror relatado debe tener un efecto catártico:
«Que usted, como lector, pueda comprender cuánto mejor es la gente de hoy, y lo que hemos logrado en términos de humanismo e ilustración. Y considere lo importante que se ha vuelto el concepto de dignidad en nuestro tiempo».